domingo, 28 de junio de 2009

Qué-vedo? Francisco de Quevedo y poemas

Quevedo, Francisco de, nace en un año que no recuerdo, ni tampoco sé en que localidad. Pero, que importa. ¿Acaso las estrellan serían relevantes si solo fueran una roca igual que todos los asteroides, cometas o meteoritos? Brillan por lo que han llegado a ser. Por la energía que poseen. Valga el epíteto, por su brillo.
Ánalogicamente, no llevaríamos tan pronto a estrellas de la música o el cine (por ejemplo, el polémico M. Jackson), a su lecho de muerte, si los dejaramos llevar una vida común, si tan solo dejaramos de lado comprar el sensacionalismo de los medios de comunicación, de la que todos sabemos que los periodistas, comen de eso. Se sabe. Pero acaso ¿no hay otros enfoques en los cuales pueden ser más profesionales y menos dañinos?
No soy quién para opinar de los periodistas, pero como ciudadana que ocupa el sufragio como la gota de democracia que le han dado y también el internet, opino que el periodismo, es un eslabón del que deberían comenzar a ser obsoletas algunas especialidades.

Según Quevedo, Define al amor cómo (complicado pero lo hizo muy bién) :

Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo;
enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es su abismo.
¿Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!

El dinero no hace la felicidad, pero ¿ayuda a costearla?, eso dice según su poema "Poderoso caballero es Don dinero" :

Madre, yo al oro me humillo, Él es mi amante y mi amado, Pues de puro enamorado Anda continuo amarillo. Que pues doblón o sencillo Hace todo cuanto quiero, Poderoso caballero Es don Dinero. Nace en las Indias honrado, Donde el mundo le acompaña; Viene a morir en España, Y es en Génova enterrado. Y pues quien le trae al lado Es hermoso, aunque sea fiero, Poderoso caballero Es don Dinero. Son sus padres principales, Y es de nobles descendiente, Porque en las venas de Oriente Todas las sangres son Reales. Y pues es quien hace iguales Al rico y al pordiosero, Poderoso caballero Es don Dinero. ¿A quién no le maravilla Ver en su gloria, sin tasa, Que es lo más ruin de su casa Doña Blanca de Castilla? Mas pues que su fuerza humilla Al cobarde y al guerrero, Poderoso caballero Es don Dinero. Es tanta su majestad, Aunque son sus duelos hartos, Que aun con estar hecho cuartos No pierde su calidad. Pero pues da autoridad Al gañán y al jornalero, Poderoso caballero Es don Dinero. Más valen en cualquier tierra (Mirad si es harto sagaz) Sus escudos en la paz Que rodelas en la guerra. Pues al natural destierra Y hace propio al forastero, Poderoso caballero Es don Dinero.

Y bién, ¿que pensáis bénditos ciudadanos?

viernes, 22 de mayo de 2009

Realmente ¿Me están consumiendo los nervios?

"Viernes, 23:33 p.m.
Estado: hambre, duda, aburrimiento y soledad.
Síntomas: ganas exageradas de ingerir algún alimento lipídico, el cuál contenga, aunque sea, chips de chocolate, territorios cerebrales que no saben que estudiar ni como actuar, latosidad de escribir este párrafo tan necesario para mí y percepciones que ni el enano de mi hermano me acompaña para molestarme.
Indicaciones: Irse a dormir no antes de las 4 a.m., abrir la ventana y conversar con las 4.000 sustancias tóxicas de un cigarro, probar escuchar la canción que más te cuesta digerir en tu lista de reproducción de Windows Media Player y la infaltable oscuridad (que quieres que se transforme en paz) de tu pieza...
Contraindicaciones: puede que la sobredosis filosófica de la noche traiga consigo estragos en tus desordenes con el sueño y mantener al margén cualquier replica que pueda venir después de haber pasado la noche en vela encontrándole el sentido a la mierda de tu destino.

Sé que alguna vez miré muy feo a mi papá cuando le pregunte sobre que como me vería en unos años más. Me miró a los ojos y me dijó: tú no alcanzas para más que para una pediatra. Me quede muda toda la tarde. Pensaba, a esos 10 años, que pediatra era mal mirado y talvés una carrera fácil. Eso no es mi natura. Siempre me ha gustado el sabor de las cosas costosas. De las cosas díficiles. De las cosas en peligro de extinción. De las cosas únicas en mi vida. De las cosas especiales y retraídas. De las cuales me hacen recordar el silencio que alguna vez oía corregir a papá, diciendole a mamá que "aprendía" en mi silencio. Siempre ha justificado sus alegrías en mí. Siempre le he agradecido también lo importante que me hace parecer, con sus altavoces de mis vagas virtudes. Siempre le he agradecido que sea un papá eterno, sabio y perseverante. Siempre le he agradecido su único amor real. Siempre supé que su respuesta era acertada, ya que pensar en ciencias de la salud, ya me trae un dolor de cabeza.

Mi papá habia identificado mucho antes que yo, cuales eran mi límites y por sobre todo, mis fortalezas.

Llevaba algunos años preparándome para la P.A.A., pero con mi escasa fé, aunque por más que brillará después de haber estudiado concientemente, no lograría el puntaje que necesitaba para entrar a Medicina en la Chile. Siempre lo soñé. Soñar es gratis.
No sabía de dónde sacar fé, no me defínia ni a la mano derecha, ni menos izquierda, ni arriba ni abajo de Dios. Entonces estaba literalmente en el purgatorio.
Pero aveces nacen esos clicks en la cabeza, que agradeces las interacciones sinápticas involuntarias que te dan estas claves, y me dije: Si no creo ni el Dios mismo (no es que no creyera, sino que como todo adolescente, quería sentirme representada y acogida por alguna doctrina. Como nadie me ofrecia o me dislumbraba con sus postulados, no me iba por ninguno) ¿Qué tendría que hacer para ser una propía líder impulsadora de mi vida? Sólo mandar a la cresta algunos pasatiempos inecesarios, que no me llevarían al éxito alcansable, pero tan anhelado y perdido en el tiempo. Sería la próxima semana de estudiar, estudiar, estudiar. Sabía que me daba rabia estudiar tanto para materias de preu que eran mentiras o no lo totalmente complejas como para calentarme la cabeza, pero, tenía que aprenderme como alguna vez dije: me aprenderé estos insignificantes postulados como canción.

No todo era tan malo. El Dios de los cristianos le estaba dando una señal a su hija.
Solo era simplemente sacrificar mi semana de ocio y poco estudio, en una llena de estudio sin ocio en absoluto. Alomejor me estaba acostumbrando a la metamorfosis a lo Franz Kafka que vendría después: dejar mi pagana vida por el conocimiento y la búsqueda de la verdad, tomada de la mano de la paz..."
Por Michelle Guzmán M.

¿Cuál es la definición empírica de la íronia?

miércoles, 4 de febrero de 2009

¿Cuáles son los reales miedos de los chilenos? (...aparte de la delincuencia)

"He aquí mis miedos, miedos que estoy seguro que comparten muchos sesentones de clase media e incluso mujeres y hombres más jovenes que yo. Y así como estoy cierto de lo poco original de mis miedos, también lo estoy de que ellos resuenan débilmente, si es que tienen algún eco, en las autoridades, en los medios de comunicación social, en la llamada opinión pública de mi país. Ello aumenta mis miedos pues me hace sentir solo. Pero las mismas autoridades, los mismos medios de comunicación, la misma opinión pública que no parecen conmoverse con mis miedos, tratan de convencerme que son otras cosas las que deberían asustarme. Los noticieros de la televisión me muestran los asaltos del día: siempre violentos, con armas de fuego de por medio, con victimas heridas e incluso muertas.
La prensa escrita me cuenta el infierno vivido por una familia asaltada: los asaltantes permanecieron más de una hora en el hogar, maniataron a padres e hijos, los amenazaron con pistolas, los humillaron con toda suerte de improperios, los desvalijaron de su dinero y de sus cosas.
El discurso de los políticos, en vez de tranquilizarme, reitera que la delicuencia es la mayor fuente de inseguridad en la vida de los chilenos. Es más, suelen encabezar la lista de los problemas más apremiantes del país con el problema de la delicuencia. Y el Ministerio del Interior difunde cada tres meses el estado de la delicuencia en el país, demostrando con cifras que ésta cunde. Autoridades, expertos, editorialistas debaten sobre el problema y casi siempre concluyen que hace falta mano dura: debe aumentarse la dotación de Carabineros, deben aumentarse las penas, debe restringirse la libertad provisional, deben haber jueces más severos y, obviamente, hacen falta más cárceles. Mientras, cunden las medidas privadas de seguridad que van desde la reja de los más pobres hasta la guardia particular de los más ricos.
La posibilidad de ser víctima de la delincuencia asusta y si la delincuencia es tan violenta como la pintan los medios de comunicación, el susto es mayor. Pero la precariedad económica y la falta de apoyo social con que envejezco hacen que el tema de la delincuencia, más que asustarme, me distraiga de mis propios miedos. Tal vez por eso sea capaz de algunas reflexiones.
¿Por qué la idea de seguridad que expresan las autoridades, los medios de comunicación, es decir el Chile oficial, apunta única y exclusivamente a la delincuencia? ¿Por qué el concepto oficial de seguridad ignora los miedos que provocan la cesantía y la inestabilidad laboral, la remuneración mezquina del trabajo que impide, cada vez más, enfrentar la privatización de la salud oportuna y de buena calidad, de la previsión, de la educación superior, de calles y caminos? Es más, ¿por qué se afirma que la seguridad es seguridad ciudadana, en circunstancias que nunca nos han preguntado a los ciudadanos qué es lo que nos hace sentir inseguros?
He aquí algo que no entiendo: ¿cómo pueden algunos definir nuestros miedos sin habernos consultado dónde nos aprieta el zapato? Si la seguridad es seguridad ciudadana, ella debería expresar todo lo que temen los chilenos.
Sin duda que la delicuencia daña a sus victimas. Pero, ¿por qué las autoridades, los medios de comunicación, los informes del Ministerio del Interior, restringenla delincuencia a hurtos, robos por sorpresa, robos con intimidación, robos con violencia? ¿Por qué los protagonistas de la delincuencia se agotan en lanzas, cogoteros y asaltantes? ¿Acaso no provocan también daño los engaños en la compra y venta de productos y servicios, los incumplimientos de las leyes laborales, el giro doloso de cheques, la usura de prestamistas y agentes de crédito? Una vez fui víctima de un lanza que metió su mano en mi bolsillo, me robó $20.000 y escapó a la carrera. Fue una pésima experiencia, por decir lo menos. Siento, sin embargo, que fue más nociva la experiencia que hice cuando convencí a mi madre de vender la casa familiar y de comprar un departamento recién construido. Muy luego, mi madre y sus vecinos se dieron cuenta que el edificio adolecía de ductos adecuados para la evacuación de gases y que en el lugar donde habitaban había una peligrosa concentración de monóxido de carbono. Tratar a la buena con la empresa constructora resultó en vano. Hablar en la Municipalidad correspondiente, y en la Superintendencia de Energía y Combustibles, resultó inútil. De consultar un abogado resultó que demandar a la empresa constructora era un trámite de años, caro q incierto en términos de reparación. De allí que yo, responsable del traslado de mi madre, y los demás vecinos tuviéramos que instalar nuevos calefones y un nuevo sistema de evacuación de gases: fue harto dinero y todo de nuestro bolsillo. También me ha sido nocivo que la institución donde trabajé cerca de 20 años considerara como imponible la mitad de mi sueldo y a la otra mitad le diera el carácter de asignación no imponible, acumulando así un fondo de previsión bastante menor del que me habría correspondido.
Lo anterior me lleva a reiterar: ¿por qué las cifras sobre delincuencia y el debate y las vestiduras rasgadas sobre ella se agotan en la actividad delictiva de lanzas, cogoteros, asaltantes? ¿Por qué se pone todo el énfasis en la delicuencia que perpetran jóvenes de los sectores populares y no se publican cifras ni se discuten los daños a la propiedad de terceros que cometen gentes de cuello y corbata?"

Por Luis Barros Lezaeta, Sociólogo
PLUMA Y PINCEL, Número 183, Edición enero-febrero 2005